martes, 15 de marzo de 2011

El sueño del pibe

Cada día y a cada hora a lo largo del país, los potreritos más mugrosos se llenan de pibes que sueñan como soñó Maradona, que quieren jugar un Mundial y llegar a Primera. Pero el camino no es facil, y se dificulta al tiempo que sus vidas avanzan, muchas veces, en la miseria, el hambre, la falta de educación.

De la Capital llegan al interior los 'descubridores', personas supuestamente calificadas para buscar nuevos talentos; Tras cada prueba, uno o varios ignotos jugadores corren la suerte de ir a algun club. Otros, seguiran rompiendo sus suelas en canchas de piedra. ¿ Y que pasa con esos que se van? ¿Que pasa con esos chicos que dejan atras sus familias, sus barrios, sus pueblos en pos de cumplir su sueño? A partir de ese momento son patrimonio y responsabilidad de la institución a la que llegan. ¿Y como se los cuida? ¿Se trabaja en su educación? ¿Se los cuida psicologicamente?. En este espacio trataremos de responder esas inquietudes.

Como actores sociales y futuros periodistas deportivos, nos ponemos a analizar esta cuestión que puede tocarnos de cerca, tratando de crear un poco de conciencia en lo que se refiere a la formación de los pibes que serán más tarde objetos de mercado (aunque esa es otra cuestión). Consideramos importante mejorar un montón de aspectos, ya que antes de futbolistas son personas y se debe poner especial atención en no librarlos al azar de si el futbol les asegurará el futuro.

Aquí se empieza a desandar el sueño del pibe..

Facundo Pais

Psicologia

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es la edad de la persona a la cual nos referimos, un adolescente en etapa temprana (13-14 años), en la mayoría de los casos puede padecer un desarraigo importante.

Esto último, depende del tipo de vínculo establecido con su grupo familiar o personas con quienes interactúa en su lugar de origen.

Si el vínculo establecido es de una fuerte simbiosis; el riesgo de desarraigo será potencialmente factible.

Debemos considerar, entre otras cosas. Tipos de identificaciones, madurez intelectual y emocional; posibles etapas del desarrollo no superadas sastifactoriamente.

En síntesis el desarraigo como factor de riesgo: debería evaluarse mediante exámenes psicológicos y psicopedagógicos.

Para concluir esta reflexión; abrir una nueva puerta hacia el futuro, debe transformarse en una situación gratificante, aún con los obstáculos y dificultades a sortear.

Si sabemos de donde venimos, es menester de la sociedad ayudarnos a caminar en nuevos senderos.

Nihuel Cabuli

¿Busqueda de un sueño o abandono?

El sueño de convertirse algún día en un futbolista exitoso es muy común en los niños de hoy. Probablemente lo haya sido en los chicos de todas las épocas, desde que el fútbol es pasión de multitudes. Pero en la actualidad, a la pasión se le suma la posibilidad de fama mundial y de mucho dinero.

Para transitar el camino del amateurismo a la profesionalización, son los jugadores, desde muy pequeños, quienes deben acercarse a los clubes, y es allí donde surge la pregunta: ¿se los está encaminando en la búsqueda de un sueño o se los deriva a una adolescencia en el abandono?

Los menores que son de la ciudad donde el club está situado tienen la posibilidad de seguir viviendo con sus familias. Y si bien deben cambiar algunos hábitos, ya que asiduamente deben pasarse al horario escolar nocturno por tener muchas horas de entrenamiento, mantienen el importante vínculo con sus familias y la contención que ello implica.

Los menores que vienen del interior, en cambio, viven en las pensiones que los clubes tienen o alquilan. La franja etaria de los pensionados va, generalmente, de los 13 a los 20 años. Ya mayores la tendencia es la de alquilar departamentos donde viven de a dos o tres jugadores juntos.

Los jóvenes que han cumplido 18 años, por ser ya mayores, no deberían ser sujetos de preocupaciones, en términos legales, para el club o para los padres. Aunque sí deberían serlo en términos de su formación, su salud, su contención. Pero durante la minoría de edad, a todas estas preocupaciones, se le agrega la responsabilidad que un daño al menor o de éste a un tercero puede generar, y con ello las consecuencias jurídicas que se pueden producir.

La realidad muestra que las pensiones están abarrotadas de chicos, y que el personal no tiende a ser el suficiente. Los menores no tienen la atención necesaria y ni los clubes, ni los padres toman consciencia del peligro que implica dejar a un menor sin contención, en plena adolescencia. Tampoco de las responsabilidades que tendrían que afrontar de producirse algún daño al menor, o a un tercero por parte de ese menor.

Los padres, cuando sus hijos se mudan a las pensiones de los clubes, delegan la guarda en estas instituciones. La guarda de un menor implica un deber de vigilancia y de cuidado que no puede ser omitido nunca. La legislación prevé para daños a menores, un tipo de responsabilidad del guardador de las llamadas objetivas. En estos casos no habrá que probarse la culpa del guardador para que este deba indemnizar, sólo deberá probarse que estaba bajo su guarda para presumir que omitió el deber de cuidado y vigilancia.

El tema es demasiado importante y sin duda es tiempo de que padres y clubes comiencen a replantearse que se necesita un cambio. No sólo por las pérdidas patrimoniales que puedan sufrir las instituciones, sino por la responsabilidad social que una asociación civil, como son los clubes debiera tener con toda la sociedad y aún más con sus propios integrantes.

Alguna vez un maestro del fútbol, un viejo cordobés muy querido por estos pagos, pretendió cambiar algo. Por la década del ´90, Timoteo Griguol hacía de Gimnasia y Esgrima La Plata una de las pocas instituciones donde la formación y el acompañamiento del menor eran la base de todo. Por encima del juego, por encima del negocio. Así nos dejó recordadas frases como “pibe que no va a la escuela, pibe que no juega”, “El fútbol se termina rápido, lo que yo quiero es el hombre", ó "No queremos que se queden vacíos cuando dejen de jugar". Tal vez Timoteo entendió la esencia de esto. No son objetos, no son medios de ganar dinero, son chicos. La tarea será tratar de evitar que la carroza se convierta en calabaza, y “el sueño del pibe” se convierta en abandono.

Lucia Iañez


Mismo sueño, distintos caminos.

Pedro juega en el club formoseño Independencia Futbol Formosa y Agustín en un club de capital llamado Club Atlético Lanús. Asombra ver como ante la misma pregunta, responden de manera distinta e incluso las respuestas terminan siendo diferentes.

Cuando se les pregunto acerca de su mayor sueño, el chico de Lanús respondía que era llegar algún día a jugar en la selección argentina mientras el chico del club formoseño respondía que su mayor sueño era jugar en algún equipo argentino reconocido, sin importar que este en primera o en la segunda división Argentina. Esta diferencia es importante porque se muestra la falta de posibilidades de Formosa al tener equipos poco conocidos no, concurren con frecuencia ojeadores de otros clubes grandes de la Argentina a hacer prueba de jugadores. Caso contrario sucede con el chico de Lanús que es oriundo de la localidad de Quirquinchos, provincia de Santa Fe, que concurrió a una prueba de jugadores y quedo fichado para el club Boca Juniors en el año 2008. Agustín ha hecho su carrera en varios clubes y a las 12 años continua su carrera de futbolista en Lanús mientras que Pedro también de 12 años concurrió toda su vida al club de sus amores, como él lo define, que es Independencia. Cuando Pedro fue preguntado sobre si tenía algún representante, le tuvimos que explicar que era ese trabajo y su respuesta fue negativa ya que no poseía ninguno y nunca lo necesito porque no tiene contrato ni cobra nada por estar en el club. Agustín nos cuenta que debido a su representante y una mejor oferta económica del club Lanús hizo el traspaso de club ya que le pagan los viajes a Santa Fe una vez al mes además de pagarle toda su educación y hospedaje en la pensión del club. Al vivir en la pensión del club no tiene problemas de movilidad para poder entrenar todos los días, todo lo contrario sucede con Pedro que muchas veces debido a la falta de dinero de sus padres no puede concurrir a entrenar muy seguido y falta la mayoría de los entrenamientos. El chico formoseño también cuenta que para poder llegar a entrenar a horario muchas veces se tiene que retirar antes del colegio e incluso faltar muchas veces a la escuela para poder entrenar, por ende su educación no es la adecuada ni su alimentación antes de entrenar tampoco porque en pocas ocasiones come un sándwich de jamón y queso durante el viaje al entrenamiento. En cambio Agustín tiene la educación que debe tener todo niño de esa edad porque en caso de irle mal en la escuela no jugara más partidos de titular los fines de semana. La alimentación se la proporciona el club, y los obligar a tener las 4 comidas diarias respetando los tiempos de digestión antes de entrenar.

Y finalizando la entrevista se les pregunto cuál era su mayor ídolo de la institución Pedro respondió que era su entrenador, en cambio Agustín nos contesto que era Camoranesi dejando en claro la falta de ejemplos locales a seguir en Pedro como en muchos otros chicos teniendo posibilidades remotas de llegar algún día a convertirse en jugadores profesionales, y el caso contrario de Agustín que tiene todas las posibilidades en sus manos para convertirse en un jugador profesional.

Elias Mujtar - Nihuel Cabuli

Las inferiores y la educación.

Los chicos que están en las inferiores de los clubes de fútbol del país no están demasiado acompañados. Así, muchos de ellos, no van al colegio, a otros le va mal y sólo algunos completan el secundario. Ni hablar de realizar una carrera terciaria, y menos aún una universitaria. Entonces nada le queda a un joven que queda libre más que la experiencia de haber sido jugador de inferiores, no tiene herramientas para afrontar el futuro. Mucho menos de cumplir con las expectativas que el mercado laboral actual exige.

Más allá de que el joven que queda libre pueda o no estar preparado psicológicamente para ese golpe, hay algo seguro, está desnudo de herramientas para comenzar una nueva vida. Mucho más aun si dejó su ciudad, sus amigos, su familia de chico para venir a las grandes urbes donde los clubes grandes están situados.

Es hora de que el concepto cambie. Hay clubes que han implementado durante años la obligación de los jóvenes de ir al colegio, de sacar buenas notas y de pasar de año para tener la titularidad dentro de la cancha. Hoy esos conceptos están casi extintos. ¿Vale más el negocio que la vida de un joven? ¿No son acaso los clubes asociaciones nacidas con fines sociales?

Hay una mirada superadora, sólo hay que implementarla. Tal vez si a la Asociación del Futbol Argentino le importara, algo podría cambiar. Tal vez si los clubes lo quisieran algo podría cambiar. Poder se puede, falta que se quiera.

Diego Ramirez