martes, 15 de marzo de 2011

¿Busqueda de un sueño o abandono?

El sueño de convertirse algún día en un futbolista exitoso es muy común en los niños de hoy. Probablemente lo haya sido en los chicos de todas las épocas, desde que el fútbol es pasión de multitudes. Pero en la actualidad, a la pasión se le suma la posibilidad de fama mundial y de mucho dinero.

Para transitar el camino del amateurismo a la profesionalización, son los jugadores, desde muy pequeños, quienes deben acercarse a los clubes, y es allí donde surge la pregunta: ¿se los está encaminando en la búsqueda de un sueño o se los deriva a una adolescencia en el abandono?

Los menores que son de la ciudad donde el club está situado tienen la posibilidad de seguir viviendo con sus familias. Y si bien deben cambiar algunos hábitos, ya que asiduamente deben pasarse al horario escolar nocturno por tener muchas horas de entrenamiento, mantienen el importante vínculo con sus familias y la contención que ello implica.

Los menores que vienen del interior, en cambio, viven en las pensiones que los clubes tienen o alquilan. La franja etaria de los pensionados va, generalmente, de los 13 a los 20 años. Ya mayores la tendencia es la de alquilar departamentos donde viven de a dos o tres jugadores juntos.

Los jóvenes que han cumplido 18 años, por ser ya mayores, no deberían ser sujetos de preocupaciones, en términos legales, para el club o para los padres. Aunque sí deberían serlo en términos de su formación, su salud, su contención. Pero durante la minoría de edad, a todas estas preocupaciones, se le agrega la responsabilidad que un daño al menor o de éste a un tercero puede generar, y con ello las consecuencias jurídicas que se pueden producir.

La realidad muestra que las pensiones están abarrotadas de chicos, y que el personal no tiende a ser el suficiente. Los menores no tienen la atención necesaria y ni los clubes, ni los padres toman consciencia del peligro que implica dejar a un menor sin contención, en plena adolescencia. Tampoco de las responsabilidades que tendrían que afrontar de producirse algún daño al menor, o a un tercero por parte de ese menor.

Los padres, cuando sus hijos se mudan a las pensiones de los clubes, delegan la guarda en estas instituciones. La guarda de un menor implica un deber de vigilancia y de cuidado que no puede ser omitido nunca. La legislación prevé para daños a menores, un tipo de responsabilidad del guardador de las llamadas objetivas. En estos casos no habrá que probarse la culpa del guardador para que este deba indemnizar, sólo deberá probarse que estaba bajo su guarda para presumir que omitió el deber de cuidado y vigilancia.

El tema es demasiado importante y sin duda es tiempo de que padres y clubes comiencen a replantearse que se necesita un cambio. No sólo por las pérdidas patrimoniales que puedan sufrir las instituciones, sino por la responsabilidad social que una asociación civil, como son los clubes debiera tener con toda la sociedad y aún más con sus propios integrantes.

Alguna vez un maestro del fútbol, un viejo cordobés muy querido por estos pagos, pretendió cambiar algo. Por la década del ´90, Timoteo Griguol hacía de Gimnasia y Esgrima La Plata una de las pocas instituciones donde la formación y el acompañamiento del menor eran la base de todo. Por encima del juego, por encima del negocio. Así nos dejó recordadas frases como “pibe que no va a la escuela, pibe que no juega”, “El fútbol se termina rápido, lo que yo quiero es el hombre", ó "No queremos que se queden vacíos cuando dejen de jugar". Tal vez Timoteo entendió la esencia de esto. No son objetos, no son medios de ganar dinero, son chicos. La tarea será tratar de evitar que la carroza se convierta en calabaza, y “el sueño del pibe” se convierta en abandono.

Lucia Iañez


No hay comentarios:

Publicar un comentario